IDIOMA

martes, 7 de julio de 2009

"EL SONIDO DEL SILENCIO"


La música que sonaba a la distancia, es consumida por el aire, alcanzando mis oídos solo el retumbar de las notas profundas. Busco descifrar, como debe sonar el silencio, respiro profundo y continúo… tratando de acallar una especie de zumbido mezclado con los latidos cardiacos.

Llego a un edificio, entro al hall de acceso camino en dirección a las magnas puertas de caoba decoradas a mano… presionando el botón dorado que se ilumina destellando, se abre la puerta del ascensor, no hay nadie a mí alrededor, tremendo edificio “solo”… manipulo el panel de control al piso… “N°412”, el mas alto es mi destino, el más alto que existe dentro de esta edificación.

Mientras viajo en el silencioso carro, estoy sintiendo esa sensación de elevarte sin parar, los oídos notan como existe una variación de altura, sin despegar los pies del piso… el aire acondicionado que respiran estas bestias, es frío y húmedo... un escalofrío corre por mi espina dorsal, apretujó los dientes.

Llego al destino, el piso mencionado, lo indica el letrero del muro en una placa con letras doradas. Cruzo la puerta que conduce al famoso balcón transparente, una caja de material cristalino, de tan solo unos centímetros de grosor… “proporciona la sensación de estar suspendido en el aire” o por lo menos “con el alma pendiendo de un hilo”.

El silencio acompaña al amanecer en esta escena, la soledad detiene el paso del reloj y las imagines entrantes en las cuencas de los ojos, brillan con un resplandor alucinante, completando el cuadro de película de ficción. Doy lentos pasos sobre la superficie helada, en cada paso transporto el peso, de un pie al otro, atento a mantener el equilibrio sobre un piso incierto.

Estoy flotando en las alturas, debajo de los pies descalzos esta el abismo y en el fondo del abismo todo transita, sin carecer de mi presencia.

¿Que me separa del abismo y la calle transitada?

Suspendido en el aire sobre una placa de cuatro centímetros de espesor, conciente de la altura no soy capaz de moverme libremente, la calma se transforma en consternación cuando comienzo a pensar en las posibilidades latentes de una caída, el riesgo voluntariamente asumido y la carga del “que dirán”, al oír sobre el porrazo.

Todo se nubla, bloqueando el hermoso y tranquilo espectáculo, una bruma gris sube desde la base remeciendo el edificio, desesperado trato de ver como avanzar a un lugar seguro. Salgo a duras penas, con aun mucho mas miedo del que entre a la caja transparente, no era capaz de regresar por donde vine. Cuando cruzo la puerta de regreso al piso “N°412”, veo a un niño de aproximadamente tres a cuatro años, que al verme salir sonríe, gira su rostro al balcón mágico, entrando a toda velocidad, no pude detenerle.

Termino el temblor, regreso dando dos pasos al costado, volteo hacia la entrada para ver como esta contento disfrutando recostado sobre el piso en una actitud de querer nadar en el aire. Convidado a regresar, miro su rostro familiar observo con atención sus juegos interminables, realmente el tiempo se paraliza. Lo miro nuevamente con curiosidad reconociéndome en él, creo que…

¡Soy yo! … pero no puedo ser yo

¿No soy yo?... Gracias al cielo

¡Él no tiene mis miedos!

De tanto jugar su rostro esta rojo, su pelo mojado por completo y las gotas de sudoración que no paran de corren por su frente. Camino a las maquinas de refrescos que se encontraban a la salida del ascensor, traigo dos refrescos en lata, le obsequio uno… tomamos la bebida sentados en el aire, hace mucho tiempo que no disfrutaba una soda sin alcohol.

El pequeño señor muy educado da las gracias, toma su lata la aplasta, espera a que desocupe la mía. Apenas termino de beber y antes de lanzar “deliberadamente” al basurero, me pide se la regale, realizando la misma operación, ya posee dos latas en su bolsa.

¿Para que junta las latas? – Pregunte.
Un día juntare tantas latas que podré comprar una consola de video juegos, además reciclando ayudo a salvar el planeta.

¿Si, algún en algún momento, te das cuenta que no lograras las necesarias para el video juego? - Siempre sonriente dice…
Puedo cambiarlas talvez por una patineta, una maquina de helados, una lanza aguas o dejarlas sobre el césped del parque, formando la estrella más grande del mundo visible desde la luna.

Comienza otra sacudida en el edificio, le tomo la mano con fuerza para arrancar… el pone su otra mano sobre la mía y dice…

¡No tengas miedo!

Reincorporado con algo de agitación y saboreando el dulzor del refresco, no encontré el sonido del silencio… sin embargo encontré la herramienta para traerlo de regreso.

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